lunes, 11 de agosto de 2008

Produccion 100 % TICA


Hola a todos, quiero compartir con ustedes este articulo que escribio Maria Lourdes Cortes sobre la nueva pelicula costarricense EL Cielo Rojo dirigido por Miguel Gomez, este largometraje se filmo con un presupuesto de 2.000.000 de colones es importante rescatar que aveces el dinero es un punto muy importante en la realizacion de cualquier manifestacion de arte, pero en este caso, la creatividad y el buen gusto le ganaron al dinero ...ojala que sigan haciendo cine en nuestro pais..quiero rescatar que el soundtrack de la pelicula es una composicion del musico costarricense Kurt Dyer que ademas es buenisimo ...asi que Felicidades y todos al cine apoyar el talenti nacional


De la inocencia al cielo rojo
Recomendable Una fresca y vital cinta narra las vidas de unos jóvenes ticos; se estrenará este viernes 8
María Lourdes Cortés | marialcortes@correo.co.cr
El cielo rojo , primer largometraje del joven costarricense Miguel Gómez, demuestra que podemos contar nuestras historias con pocos recursos, pero, eso sí, con mucha pasión e ingenio. El equipo de producción se lanzó a la aventura con sus propios recursos porque obtuvieron muy pocos patrocinios y ayudas económicas. El rodaje se realizó en 17 días, y las luces las construyeron ellos mismos para abaratar costos. Al final del proceso, el resultado es excepcional si se piensa en las condiciones de producción y en un presupuesto risible incluso para una película en video.

Escrito, dirigido y “vivido” por Gómez, el filme se basa en algunas de sus experiencias así como en el entorno actual de los jóvenes, en la etapa de transición que media entre la “adolescencia feliz” y el peso de la responsabilidad que terminará por convertirlos en adultos.

Gómez salió del país a los 21 años para aprender cine en Los Ángeles, California, ante la imposibilidad, en ese entonces, de hacerlo en Costa Rica. Volvió al país con la determinación de grabar su primera película a pesar de todos los obstáculos.

El cielo rojo es una película joven, realizada por jóvenes, y el aire fresco que emana de ella es su mayor fortaleza. Trata de tres amigos, Berny (el actor Mauricio Dapena), Manuel (Ricardo Rodríguez) y Néstor (Edgar Román), quienes acaban de graduarse del colegio y aún no han definido el curso de su vida. A ellos se suma un amigo un tanto mayor, Roberto (Allen Obando), mejor conocido como el Gordo . Roberto trabaja en un call center de apuestas electrónicas después de haberse graduado.

El lenguaje es la jerga de los jóvenes de hoy; los temas, los propios de sus edad: las chicas, la fiesta, las drogas y, sí, bueno, ni modo..., el futuro por delante, el estudio, lo que viene después; y, sobre todo, la música. Roberto es un férreo defensor de la identidad propia: la música, el cine y el arte nacionales. ¿Por qué no ser “astronautas de la imaginación”?, como decía José Capmany, menciona en referencia al mítico iniciador del rock nacional. Si no apoyamos lo nuestro, continúa Roberto, “este país se va a la mierda”; y estamos de acuerdo: ¡Tiene razón!

Superhéroes nacionales. El humor es otro de los rasgos del filme. Néstor, el más filosófico del grupo, quiere ser Presidente de la República y considera que llegar a serlo es elemental: ser costarricense, mayor de 35 años, honrado y comportarse como un superhéroe. Una escena en cámara rápida, al estilo de una caricatura criolla, nos permite ver a Néstor y al Gordo como Batman y Robin, conduciendo un risible vehículo, con mallas de licra de colores patrios, el escudo nacional y máscaras de tortugas Ninja.

Son héroes urbanos que salvan de delitos cotidianos, atrapan políticos corruptos y hasta rellenan los baches de las calles. No faltan los típicos globos de las historietas para reproducir sonidos, sólo que, en vez de los “¡bum!” de la teleserie de Batman, se muestran adaptados a nuestro lenguaje coloquial: “pichazo, manazo, taconazo”.

Gómez no teme a la transgresión de estilos y géneros ni al “arroz con mango” que implica una apuesta de este tipo. De igual manera se retrata el trabajo del Gordo, en el call center, y la adicción al dinero que este produce, en el estilo de los gags del cine mudo. Estas escenas podrían verse como fuera de tono, pero en realidad son parte integral de la frescura del filme.

El duro oficio de crecer. La película oscila entre el desencanto juvenil y la esperanza de “hacer algo” por el país. El tratamiento es directo y crítico de un sistema que, desde la perspectiva de los jóvenes, a veces resulta incomprensible: la televisión nacional es una basura, el país está lleno de corruptos y lo único seguro “es que me voy a la playa”, dice Manuel.

La historia se divide entre un primer momento de ligereza, de vacilón, de “hacer la fiesta” e ir a la playa, y una segunda parte, que llamaríamos “la aparición del cielo rojo”, en que los chicos “ponen los pies sobre la tierra” y empiezan a tomar conciencia de lo que significa crecer y convertirse en personas adultas.

Si bien la película no es una road movie , el automóvil es una especie de eje de la acción del filme. Los créditos son placas de vehículos; la obra se inicia y se cierra con Roberto y Manuel intentando ligar a las muchachas que van en otro automóvil. El carro los lleva a la playa y a las fiestas de Palmares, y buena parte de los sucesos y los diálogos ocurren en este contexto itinerante.

En un vehículo se produce el drama que marcará su proceso de crecimiento y que los llevará a tomar la ley en sus manos, liberando su rabia ante la injusticia de un sistema político y judicial que no castiga a los poderosos.

Es interesante también el planteamiento de dos tipos de masculinidad. Vemos todavía el machismo tradicional de algunos jóvenes que se enfrentan a los protagonistas, mientras que estos últimos desarrollan una visión de la vida y de la relación de pareja mucho más solidaria, inclusiva y menos estereotipada que la generación de sus padres y abuelos. Berny es capaz de llorar ante la perdida de su novia; Manuel se pasa la película intentando vencer su timidez y saludar a la chica que le gusta.

La relación con la familia no es fluida, y hay un muro de incomunicación entre los jóvenes y los adultos, que incluso se nota en las actuaciones; las de los muchachos (sin experiencia previa en cine o teatro) son mucho más naturales que la de los actores profesionales (Andrés Montero, Madelaine Martínez y Álvaro Marenco).

La madre de Manuel (Mayela Soto) es obsesiva e insistente en cuanto al futuro de su hijo, pero la muerte del abuelo produce un vuelco en la historia –y también en el tratamiento de la imagen–.

El espejo del cielo. El cielo siempre está presente: de noche, lleno de estrellas; en la montaña, limpio por el aire fresco; en el cementerio, rojo. Si bien puede ser rojo pasión, rojo amor, rojo vida, en la escena del cementerio, el cielo adquiere la tonalidad del rojo de la muerte, de la sangre y del dolor.

En una de las escenas inolvidables de la película, Manuel se sumerge en un imaginario mar de libertad, en una carrera sin fin, al morir su abuelo. Descubre que ahora está solo para afrontar el futuro. La crisis le provoca una necesidad de autorreflexión, y vemos que inicia la escritura de un guion: El cielo rojo . Es su propia historia lo que contemplamos en la pantalla.

Aun cuando no quieran aceptarlo, los jóvenes saben que sus vidas están a punto de cambiar: se van a convertir en adultos. Entre la fiesta y el duelo, deciden actuar solidariamente, y quizás también de modo irresponsable. Su reacción ante los problemas de la vida real muestra el desencanto de la juventud actual y su escepticismo ante las respuestas que brinda un sistema en proceso de deterioro.

Sin embargo, el filme se cierra lúdicamente, con la esperanza del amor, por lo menos del amor juvenil, que todo lo cura.

El cielo rojo es el primer filme juvenil de la cinematografía costarricense que propone una visión actual de nuestra realidad, sin poses ni pretensiones artísticas. Aunque presenta fallos técnicos, demuestra que la frescura de la propuesta y la valentía de sus productores hacen posible un cine propio, con historias auténticas que contar.

Tales características permiten que esta película no solo convoque masivamente a su público meta, que también es el del cine en general (los jóvenes), sino que vuelva visible un espacio de comunicación entre estos y los adultos, y que lo haga de una manera honrada, sincera y divertida.

LA AUTORA ES HISTORIADORA DEL CINE CENTROAMERICANO. SU ÚLTIMO LIBRO ES ‘LUZ EN LA PANTALLA: CINE, VIDEO Y ANIMACIÓN EN COSTA RICA’.

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